El retorno al sentido común y a la dignidad

La decisión positiva del grupo de expertos sobre la devolución de los mal denominados papeles de Salamanca supone ante todo un respiro para la convivencia y el sentido común.

La recuperación de la memoria histórica debe llevar aparejado el restablecimiento en lo posible –poco desgraciadamente- de la dignidad de los derrotados, de los vejados por la dictadura. No se trata de mirar atrás con ira, ni tan siquiera pedir responsabilidades por tanto olvido, todo eso forma parte de las decisiones de una transición que sólo quiso mirar hacia el futuro. Pero ahora sí va siendo el momento de poner en la historia de cada uno y de todos, las cosas en su sitio.

Cuando se habla del Archivo de Salamanca y de su supuesta unidad como un hecho cultural indiscutible, la realidad nos descubre que el citado contenedor está formado por los miles de documentos sustraídos en nuestros pueblos y ciudades a sus legítimos propietarios para una campaña enorme de represión con consecuencias terribles.

Allí ha permanecido amontonada en legajos parte de la documentación sustraída y almacenada en primera instancia en sendos locales de Vinaròs y Castelló por la DERD, el instituto parapolicial del aparato franquista para la limpieza ideológica. Otra parte, más importante incluso desde del punto de vista archivístico pero que no podía ser aprovechada para la investigación criminal, acabó convertida en pasta de papel en tiempos de escasez y rapiña.

Allí se encuentran las plasmaciones escritas de los ateneos republicanos de Castellón y las actas de las agrupaciones de UGT de L´Alcora y Onda y las fotografías hurtadas de una esperanza truncada. Y miles de papeles que nacieron en esta tierra para construir un sueño.

La legítima petición de la Generalitat de Catalunya y de la sociedad catalana de la documentación de la institución autonómica, ha derivado en un conflicto demagógico propiciado por algunas autoridades de Castilla-León que se han instalado en el discurso nacionalista e, incluso, por momentos nacional. Y con tanto ruido se ha nublado la propia esencia de la discusión y el alcance que va mucho más lejos de la reclamación catalana.

Los papeles valencianos almacenados en Salamanca procedentes del expolio hablan de las cooperativas, de los ateneos, de las organizaciones anarquistas, de los partidos republicanos y de comunicaciones estrictamente privadas requisadas para acechar a personas que verían como por estar registrado en una de esas múltiples fichas, su vida quedaba en manos de los dueños de la posguerra.

Las Cortes valencianas aprobaron por unanimidad la devolución. Sin embargo, días después el presidente Camps desconociendo la más elemental de las reglas democráticas, afirmó que no iba a cumplir la petición del parlamento.

¿Alguien de una manera decente puede defender el derecho de conquista una vez restablecida la democracia?

La derecha ha tardado más de 60 años en condenar con la boca pequeña el golpe de estado del 18 de julio y ahora, de una manera incomprensible, se niega a cerrar las heridas profundas de tanta desesperanza.

Los documentos deben volver a sus legítimos propietarios y a los legítimos herederos de ambiciones colectivas. Y recuperar juntos la memoria histórica para jamás recaer en los mismos errores.

El arquitecto del lápiz

A medianoche el teléfono suele helar el alma. Suena fuerte, suena amenazante en el silencio hasta que te acercas y lo coges, frío entre las manos, y la voz –y el pálpito-de Teudo te anuncia el adiós del amigo.

Sucede en segundos eternos, a la vista de un golpe de flash de sensaciones y recuerdos. Después vienen las preguntas filosóficas y la búsqueda incesante del hombre por encontrar respuesta.

Como esto no es una necrológica sino un sentimiento, no procede más currículo que las voces lejanas de noches de tertulia o compromisos de la arquitectura imaginada.

Miguel dibujaba como Dios, con perdón. Alguna vez me enseñó en Morella su cuaderno tras una visita por el acueducto o por los pequeños rincones para casi todos inadvertidos - no para él - y te sumergía en las raíces de las piedras que la perseverancia y el arte levantaron de la nada.

El arquitecto del lápiz que elevó a los altares la más profana, la más humilde y sudorosamente trabajada arquitectura de la piedra. Nos enseñó a mirar los bancales, las casetas de pastor, nos encandiló con su reivindicación sabia del paisaje de una tierra que devino la mejor cara de nuestro espíritu. No menospreciaba las piezas más grandiosas pero sólo una sensibilidad extraordinaria puede hacerte regocijar con la supuesta simplicidad de lo obvio. Emocionarse con una pared de pedra en sec es un estadio diferente de belleza, de una hermosura conceptual sencillamente enorme.

Nunca le agradeceremos suficientemente su mirada.

Como el editorial de cada semana en la página tres de El dissabte. No, efectivamente, no era un chiste al uso, era la visión profunda de un tiempo con tantas luces y sombras como las que cada uno debemos soportarnos. Era la reivindicación de los diferentes grises en un tiempo de sublimación de blancos y negros. Coincidía con Máximo y también con Fibla en esta misma revista, en esa expresión actual del lenguaje dibujado que no sólo habla sino exige reflexión pausada.

La extrema urgencia de la vida nubla nuevas noches de palabras y desnuda el penúltimo dibujo del acueducto que algún día será BIC dedicado a tu memoria.

Estos días de un otoño intenso las hojas caen de los árboles como las preguntas a la espera de una respuesta que no llega. Es verdad, Miguel dibujaba como Dios.

Pongamos que hablamos de igualdad

La situación acaecida en Llucena ante la negativa de la Generalitat a buscar una solución en los términos similares a otras poblaciones nos propone el urgente debate contra la discriminación.

El PP se arrogó un desarrollo muy particular de la LOGSE, ley con luces y sombras, sin duda pero que no es el principio del mal universal de la eduación en nuestro país como ha sido estigmatizada por la derecha quien –por cierto- sólo al final de un mandato de ocho años cambió en parte con la LOCE.

El sectarismo de la administración educativa dirigida por el gobierno conservador se puso ya bien claramente de manifiesto en la reforma del mapa escolar producida tras las elecciones de 1995 bajo el compás de los criterios partidistas. No hace falta recordar los esfuerzos por sumar alumnos para garantizar nuevas centralidades.

Ahora otra vez el PP no ha pasado la prueba del algodón. Lo que ha sido posible en pueblos con alcalde conservador ha sido imposible en un pueblo con alcalde socialista. Ésa es la única diferencia que se ha tenido en cuenta a la hora de abordar el conflicto de la escolarización de los alumnos de ESO de Llucena. De poco sirve que los dirigentes conservadores hayan aplicado en los últimos tiempos el abrazo del oso a la Constitución cuando se trata de aplicarla en beneficio del interés general. Resulta de una gran indignidad ver ante nuestras narices otra vez lo que es un atributo de estos años largos de gobierno de la Generalitat del PP, el ejercicio del poder desde la visión alicorta del partidismo.

Llueve sobre mojado. Hace unos meses veíamos como el Tribunal Supremo confirmaba la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que condenaba al ejecutivo de la Diputación provincial de Castellón por distribuir arbitrariamente los fondos públicos entre los ayuntamientos. No es una anédota, es un principio de actuación del PP.

La apropiación del gobierno por parte de un partido no es un mal necesario de la democracia. Más bien al contrario. Es una malformación del sistema la expropiación en beneficio propio de un partido, el depósito de confianza de una sociedad que determina la legitimidad del poder en el bien sabido propósito de una gestión garante de los valores que proclama la Constitución.

¿Qué lección han aprendido los jóvenes de Llucena del comportamiento de su Consell?

¿Ése es el sentido de la igualdad, de la equidad de la no discriminación que impregna nuestra carta magna? ¿Qué van a pensar cuando les hablen de los grandes principios en las aulas?.

La enseñanza suminstrada tiene más que ver con el principio autoritario de “la letra con sangre entra” que con los valores democráticos que queremos ver en nuestras escuelas.

Reconforta observar como el presidente Rodríguez Zapatero y su gobierno mantiene el diálogo con todos como una parte esencial de la acción de gobierno más allá de los legítimas pertenencias ideológicas. Aquí el cuento de regeneración democràtica de Camps duró una noche de verano. Cada día nos desayunamos con el resultado de un gobierno atenazado, débil y segregador. Ya se sabe que la medicina que aplican los dirigentes inseguros es siempre el autoritarismo.

Pero ¿qué culpa tienen los niños de Llucena?. ¿Qué mal han hecho los ciudadanos de Llucena?. ¿Votar al alcade que querían?.

PER UNA SOCIETAT MÉS PARTICIPATIVA, MÉS DEMOCRÀTICA, MÉS CÍVICA

La política democrática és l´instrument d´igualació de la ciutadania. Des dels vells i nous valors que naixqueren en la revolució francesa s´ha anat dibuixant una societat en la que el poder resideix en les decissions de la majoria i no en els ámbits de la violencia, la força o la hegemonia económica.

És per això que la dreta més arrelada a la vida espanyola ha tingut un discurs permanent contra la política i orientador de l´apoliticisme com la millor manera d´allunyar la majoria dels ciutadans de la consciència política. Este tret ha estat molt rellevant a les nostres comarques on la experiencia republicana esdevingué un oasi de llibertat i el seu final traumàtic un antídot front la il·lusió d´un mòn diferent.

Hem d´aconseguir un nou segle de les llums, de la racionalitat, dels drets de ciutadania. La victoria dels socialistes en les darreres eleccions ha significat la resposta més contundent dels espanyols des de la dignitat contra la mentida i contra la manipulació. La dreta i els seus dirigents obnubilats d´arrogància i ostentadors d´un poder ofegador creien haver aconseguit una societat dócil, sense capacitat de reacció, sense capacitat crítica, sense comprimís cívic.

La gran lliçó dels ciutadans el 14-M posa de manifest de bell nou l´autoritat de la política que a la fi pot guanyar al determinisme dels diversos poders.

El compliment posterior d´una manera inmediata de les promeses electorals fonamentals han donat el plus de credibilitat necesari per fer pols el vell adagi propagat per la dreta de que “tots els polítics sòn iguals”.

Votar ha estat decisiu. El vot de cada ú ha fet possible una nova situació a Espanya i també -en este cas- al mòn.

Eixe és el camí a seguir. Els socialistas de Ports-Maestrat manifestem la nostra adhesió a les decisions del president Zapatero a favor de la pau.

En esta nova etapa de govern considerem fonamental apendre de les errades passades i cimentar el canvi en la credibilitat que dòna el compliment del programa electoral.

Entenem fonamental la proximitat entre el govern de la nació i els ciutadans com una manera permanent d´entendre l´acció de govern.

En eixe sentit, el recolzament als ajuntaments és el millor marc des d´on intervindre directament en la qualitat de vida dels ciutadans. Cal avançar en totes les fórmules que facen efectiu el principi de subsidiaretat alhora d´administrar competències i recursos tan per raons d´eficàcia com per l´aprofundiment democràtic.

El partit socialista defensa el municipalisme i també la cooperació entre ajuntaments per a la millora dels serveis i la defensa dels interesos territorials. Estimem necesari l´enfortiment de les mancomunitats comarcals per tal d´optimitzar el desenvolupament de les competències locals aixina com l´impuls de delegacions de competències de la Generalitat.

La necesaria redefinició municipalista i comarcalista de la Diputació.

Com ja hem manifestat en el darrer congrès nacional, cal obrir el debat sobre el futur de les diputacions. En qualsevol cas, la possició actual és insostenible.

El manteniment i desplegament de l´Estat del benestar no pot ser alié a una redefenició del sector públic. Les diputacions foren concebudes al segle XIX com una estructura de descentralització en el procés de modernització de l´estat inspirat en el jacobinisme. Tenien, doncs, una consideració de poder territorial però absolutament dirigit des de la centralitat.

Es reconeixia la necessitat de la descentralització administrativa però en cap cas es reconeixia el fet de la pluralitat o diversitat d´Espanya. És més, des de la provincialització es consolidava una relació provincia-govern central que pretenia indubtablement acabar amb els residus de la foralitat i fins i tot de la pròpia identitat.

L´establiment de l´estat de les autonomies esdevè, per tant, una reconsideració en tota regla del plantejament d´un estat centralista i posa en questió el paper d´institucions d´administració descentralitzada de les diputacions.

Més enllà del debat constitucional el que és evident a hores d´ara que no sembla raonable el manteniment sense més de les diputacions tot i tenint en compte el creiximent de tot el teixit institucional i la nova distribució comptetencial. Quan neixen les diputacions ni hi havien comunitats autónomes ni existia –ni tant sols s´imaginava- la Unió Europea. Este nou estatus institucional s´ha abordat des de l´augment de les administracions i, per tant, de les burocràcies. No vol dir que no hage augmentat – i molt- el paper de les institucions com a suministradores de serveis als ciutadans o de dinamització de la pròpia societat però sembla oportú pensar en una redefinició que pose per davant els objectius i no els instruments.

Els socialistes no podem defugir el debat de la eficiència en la cosa pública. Ben al contrari som els primers interessats en posar-lo a l´agenda política. Front a la possició neoliberal que aprofita les deficiències burocràtiques per qüestionar l´estat del benestar, els serveis públics, la igualtat a la fi, nosaltres hem de combatre la idea principal basada en els principis, no en els instruments que sòn manifestament millorables.

¿Com es poden garantir uns serveis públics de qualitat universals i que atenguen als valors d´igualtat que defensem?

No cap dubte que tots els recursos que es queden en el transport burocràtic, treuen capacitat de millorar allò fonamental.

En el cas valencià més a més i altres consideracions. És ben sabut que la provincialització ha estat presentada per la dreta com una debilitació de facte del propi autogovern. El “gobierno provincial” com s´han autotitulat els executius de dels diputacions els darrers temps vénen a confondre la concepció de l´estat de les autonomies i fins i tot la pròpia derivació de legitimat que en el cas dels ents provincials no atén al sufragi universal sinò a la representació dels electes municipals.

D´altra banda el nostre Estatut d´Autonomia situa la pròpia descentralització al si del país a través de les comarques tot i establint la obligació de legislar la seua constitució.

Passats 22 anys ni s´ha creat la llei de comarcalització ni s´ha clarificat el nou rol de les diputacions. De fet, els intents dels governs socialistes que impulsaren la llei de coordinació de diputacions es quedaren en impulsos benintencionats i ara, amb els governs del PP, en el més absolut oblit.

L´espérit dels textos legals, el principi de subsidiaretat arrelat al fonament de la raó democrática i les succesives resolucions dels congresos del partit socialista, contemplen un andamiatge institucional fonamentat en les ajuntaments i la Generalitat.

En estos moments una gran part dels recursos que administren les diputacions podrien ser gestionats directament pels ajuntaments eliminant processos administratius estérils en allò que fa referència a les actuacions de caire estrictament municipal i les mancomunitats de municipis podrien encarregar-se de l´ ámbit supramunicipal.

Som conscients de les dificultats d´una iniciativa d´estes característiques però els resultats d´estos anys ens parlen d´un augment incessant del creiximent del capítol de personal, dels costos de l´aparell polític i de les despeses de manteniment, així com d´un enfortiment institucional que contrasta amb la voluntat i desig autonómic del poble valencià.

Les administracions no poden ni deuen creíxer indefinidament. Es necesari tindre coratge cívic per plantejar les millors solucions per a la ciutadans no les possicions més cómodes o políticament correctes. El traspàs de recursos humans i financers als ajuntaments i mancomunitats dinamitzaria extraordinàriament el mòn local, les comarques, la realitat interior i també les árees metropolitanes.

La reformulació de les diputacions ha de passar pel principi de subordinació política als ajuntaments i a la pròpia Generalitat. No és equiparable el principi d´autonomia local al ens provincial malgrat estar assimilat a un ens local. Les seues funcions haurien d´esdevindre com a factoria de serveis als ajuntaments des de la perspeciva de les economies d´escala i com suport a les comarques tant administratiu i técnic com forum de representació intercomarcal.

Municipis participatius i units en defensa d´interesos comuns.

També valorem molt possitivament experiències de concertació intermunicipal com ara la Taula del Sénia que representa l´esforç per superar fronteras moltes vegades absolutament artificials.

Resulta incomprensible la opossició radical del PP valencià a sumar-se a un punt institucional de trobada de municipis de tres comunitats autónomes que volen impedir la marginació de tot un ample territori “massa lluny” dels centres de decissió.

De la mateixa manera col·laborarem en la potenciació d´acords entre pobles i ciutats per qüestions puntuals o més estables en la direcció de la sintonia front aquells que només busquen la confrontació.

Des dels ajuntaments impulsarem polítiques de participació i corresponsabilització. Els pressupostos participatius, els consells sectorials, els fòrums sòn eines valuoses que poden facilitar els nostres objectius.

No és només la bondat del fi sinò també el camí per arribar el que ens ha de preocupar. I aunque en moltes ocasiones ens puga semblar una certa pérdua de temps, el debat i la participació en la presa de decisions forneix de contingut i corresponsabilitat la solució adoptada.

En l´ámbit comarcal també cal crear al voltant les mancomunitats o les estructures que es desenvolupen espais de trobada de les opinions diverses que conviuen a la nostra societat tot i ajudant a conformar una societat civil potent, capaç d´enfortir tot l´associacionisme económic, social, cultural i esportiu.

Un partit modern i mobilitzat al servei dels ciutadans.

El partit té una gran responsabilitat perquè és la veu de milers de ciutadans de la nostra comarca a les institucions. Per això hem d´optimitzar el nostre funcionament i la dedicació dels nostres representants ha de ser sempre de sencera dispossició cap a la ciutadania i respondre a les actituts i valors del socialisme democràtic.

Les reunions periódiques entre càrrecs institucionals d´ajuntaments, Diputació, Corts Valencianes i Senat continuaran desenvolupant-se fixant un calendari adaptat a les necessitats dels pobles i cada sis mesos tindrà lloc una Convenció institucional per tal de millorar la coordinació i impulsar noves iniciatives.

El partit socialista només té un valuòs patrimoni: els seus militants. Cada militant ha de tindre el seu paper en la organització i la direcció política ha de posibilitar la inserció de militants i simpatitzants en el treball polític.

En este periode s´implantaran en la comarca totes les agrupacions sectorials actualment vigents a nivell nacional i també s´obriran espais d´encontre de militants, simpatitzants i persones progressistes per tal de mobilitzar el canvi 2007 a la Generalitat i la victòria als ajuntaments.

La formació és un element clau d´enriquiment cultural i polític de la nostra organització al temps que es una garantia per a la ciutadania en la ressolució dels afers públics. El partit organitzará cursos i seminaris en funció de les necessitats i les possibilitats i cada any desenvolupará la Escola de tardor del PSPVportsmaestrat com punt d´aprenentatge, reciclatge i intercanvi d´experiències.

L´actualització del projecte socialista a la comarca exigeix no perdre en cap moment el contacte amb les preocupacions de la societat i també avançar polítiques i estratègies que permiteixquen el progrès i la solidaritat en les condicions del segle XXI. Es tracta de repensar les propostes sense més apriorisme que la defensa dels valors que han representat el republicanisme d´esquerres i el socialisme.

Tanmateix cal ser valents i posar en qüestió tot allò que siga necesari per ser més útils al projecte socialista i a la ciutadania. Mantindre ortodoxies sense crítica es la millor manera d´anar envellint un partit.

Els socialistes de Ports-Maestrat hem d´aprofundir en el projecte de comarca i anar el·laborant i proposant iniciatives per a la millora del país.

Des d´eixa perspectiva el partit convocarà la Conferència anual del PSPV-PSOE Ports/Maestrat que es convertirá en un espai de debat i resposta a les qüestions cojunturals i de fons que puguen plantejar-se. S´establiran els mecanismes per garantir la participació dels militants i simpatitzants.

Ens sentim partíceps del PSPV-PSOE i ens comprometem a treballar intensament per aconseguir la victòria el 2007.

Volem un país equilibrat territorialment i just socialment. El periode de govern del PP ha estat definit entre altres atributs generals, per la desconsideració cap a les nostres comarques.

Un govern progresista ha de reorientar esta situació i treure de l´ombra política i pressupostària les nostres comarques.

Una crisis sin complejos

Las hostilidades abiertas en el seno del PP hace largo tiempo han escenificado su crudeza en diferentes episodios con múltiples rebotes institucionales pero, sin duda, el más determinante –no sé si el más obsceno- ha sido la reciente crisis de gobierno que el presidente Camps ha ejecutado a finales del estío con la mirada en el otoño caliente que se le avecina.

Si alguien albergaba alguna duda de que nos hallábamos ante un Consell paralizado, arruinado y sin ideas, la decisión del president de cambiar -por decir algo- de tripulación al año de travesía pone bien a las claras la situación. Un año tan sólo de gobierno ha sido suficiente para explicitar que el modelo conservador en la Comunitat –sea quien sea el timonel- está agotado. Camps no ha sabido aprovechar el viento fresco de una nueva legislatura y ha aplicado una política de laissez faire, laissez passer como si no hacer nada resolviera alguno de los graves problemas que tiene nuestro país.

Ha hecho oídos sordos al estado preocupante de los sectores productivos valencianos, ha relegado en su agenda el impulso industrial o la salida del atasco que vive la política turística; ha pasado de la urgente reestructuración del sector agrario y ha ladeado sin asumir lo que hay, sin coger el toro del déficit por los cuernos, el debate de las esquilmadas cuentas públicas valencianas.

La agenda de Camps sólo ha tenido dos vectores. El principal: la mirada interna, la consecución del poder en su partido. El referencial: la oposición al nuevo gobierno central, la oposición a la oposición, la confrontación como bandera.

En el aquelarre donde se fraguó esta profunda crisis nadie miró por el pueblo valenciano. Ni por sus perentorias necesidades ni por las estrategias no tomadas que nos alejan de las nuevas realidades y que, desgraciadamente, sólo el paso inexorable del tiempo pondrá dramáticamente en evidencia.

Ésta es una crisis sin complejos. La gobernación deviene medio para conseguir los fines del poder personal o de grupo. No hay espacio para la lírica patriótica ni para los juegos florales con que se inició la legislatura.

En sólo un año esta legislatura que nació vieja, languidece como quien ya no espera nada. En la escena, el fuego de artificio distrae a la afición mientras tras el telón los repartos crudamente expuestos sobre la mesa de los apoyos no dan lugar a engaños. La supuesta ingenuidad del crupier quedó en el breve imaginario de unas semanas dónde parecía que el postzaplanismo era otra cosa con pies distintos, con argumentos éticos si no más por hacer honor a los apellidos ideológicos. Pronto llegaron los abrazos con Fabra o Díaz Alperi, por no hablar de la nueva conversión de Saulo/Blasco, para desmentir a los propaladores de la buena nueva.

Nada nuevo bajo el sol de una Comunidad que necesita como el agua – o más- un gobierno orientado en la defensa del interés general, consciente de la encrucijada económica y alejado de la autocomplacencia y el ombliguismo narcotizante sólo útil para los devaneos de poder.

Desde luego Camps ha conseguido hacer el gobierno más amplio de la historia. ¿Cuántos cargos más serán necesarios para conseguir su objetivo de hegemonía interna? ¿Cuántos consellers sin cartera? ¿Cuántos directores generales a título de compensación?¿Cuántos secretarios autonómicos para equilibrar las presencias no adictas? Por lo demás no sé qué dirán ahora aquellos representantes del PP que replicaron con una importante salva de descalificaciones la propuesta del candidato socialista ante las pasadas elecciones cuando propuso una conselleria de universidades y desarrollo tecnológico que aproximara más el tejido productivo y la universidad. Mucho me temo que toda la suerte no será suficiente para el ex rector Justo Nieto si nos atenemos a las posibilidades ofertadas en el marco presupuestario para aproximarnos desde la lejanía a los estándares de la inversión en investigación, desarrollo e innovación.

En fin: fuera las caretas.

Convocatoria para el cambio.

Castelló, 22 años después, vuelve a ser el escenario del congreso de los socialistas valencianos en un momento de nuevo decisivo para el país. Entonces, como ahora, se iniciaba un tiempo de cambio que iba a consolidar la democracia, desarrollar el estado de las autonomías, modernizar las infraestructuras, impulsar el estado del bienestar e incorporarnos definitivamente a Europa.

En Benicàssim, la cuestión era diseñar las bases programáticas del primer gobierno de la Generalitat y, más allá, fijar una estrategia para la cohesión entre los valencianos y para la institucionalización autonómica.

En la Jaume I -fruto también de aquella primera agenda del autogobierno- la convocatoria ha de suponer más que una vitamina en el cuerpo a veces apático -siempre afortunadamente crítico- de los electores progresistas. Nuestra llamada no entiende de barreras sectarias ni de trincheras estrictamente partidarias. Todas las voces son necesarias para el cambio, todas han de ser escuchadas, todas han de forjar un nuevo proyecto de progreso para la sociedad valenciana.

Probablemente ayer y hoy el valor más relevante para la sociedad que ha aportado y aporta el partido socialista es su sentido de la responsabilidad, su voluntad de trascender el interés partidario, la idea de un país donde nadie se sienta excluido.

La voluntad de cambio expresada en el conjunto de España en las elecciones generales es, sin duda, una referencia clave para el objetivo 2007 pero la historia a escribir dependerá de todos los actores ajenos a cualquier determinismo. La transformación nunca se produce por inercia.

Cualquier observador con una cierta dosis de objetividad, puede certificar los síntomas y las evidencias de un fin de ciclo representado por un presidente del Consell enzarzado en la batalla interna, enajenado de su rol institucional, al frente de un gobierno paralizado, arruinado y sin ideas. Por eso, la urgencia a plazo fijo de presentar bien una alternativa sólida, solvente, de una potencia capaz de desplegar la segunda modernización de la Comunidad Valenciana que garantice a través de un desarrollo sostenible, el empleo, la ampliación de los servicios públicos de igualdad y de los derechos cívicos y sociales.

El futuro de este país no puede instalarse en el lloro incapaz ni en la autocomplacencia que aunque parezca mentira, conviven en la mentalidad difusa de la derecha gobernante. Es el momento de poner en hora el reloj de la reivindicación sensata y ajustada al papel que esta comunidad merece y puede ofrecer al conjunto. Invertir en infraestructuras, en formación, en innovación es una apuesta de amplio recorrido más lejos de las fronteras autonómicas ideologizadas que ahora parece estar blindando el señor Camps, tan preocupado por algunas esencias y tan distante de las necesidades del pueblo valenciano.

La agenda del partido socialista ha de ser la agenda del pueblo valenciano. Las reflexiones de estos días en Castelló no deben tener otra orientación que la búsqueda de una brújula que permita a la sociedad valenciana configurar sus esperanzas en un cambio compartido y comprometido.

Ningún escenario mejor que Castelló y la UJI para conseguirlo.

Un Congrés per a tornar la Generalitat als ciutadans.

Tot està a punt perquè els socialistes valencians celebrem els dies 23, 24 i 25 de juliol a la Universitat Jaume I de Castelló el nostre X Congrés Nacional que tindrà com a principal repte, convertir el PSPV-PSOE en la primera força política del País Valencià i guanyar les eleccions del 2007.

Estem davant el màxim encontre que celebrem cada quatre anys, en el que hi participaran 478 delegats elegits democràticament procedents de 26 comarques.

El Congrés començarà a les 12 hores de divendres amb la lectura de la relació de delegacions acreditades i les tradicionals salutacions fraternals. Després de dinar el Secretari General del PSPV-PSOE presentarà el seu informe polític, s'obrirà el debat i es celebrarà després la corresponent votació sobre la gestió.

Acabat aquest punt, els delegats s'incorporaran a les comissions per tal de participar activament en la discussió de les més de 470 esmenes presentades per diverses agrupacions a la ponència marc que ha coordinat el Secretari de Relacions Institucionals, Joaquim Puig.

El moment més important del Congrés serà l'elecció del Secretari General, qui proposarà la seua executiva, conformant-se la direcció política que tindrà com a missió fer front a les convocatòries electorals de 2007 i 2008.

El Congrés ha de permetre ficar l'organització en condicions de guanyar la Generalitat. Per això serà necessari, en primer lloc, consolidar la trajectòria d'estabilitat interna que començà a recuperar-se en el Congrés d'Alacant, celebrat a l'any 2000, en el que es va elegir Joan Ignasi Pla com a Secretari General.

Cal enviar un missatge clar als ciutadans en el sentit de què ells són la nostra primera preocupació i de què els temps en els que centràvem les nostres energies en els afers interns han passat definitivament.

Caldrà també d'oferir un projecte polític il·lusionant, seriós, sòlid i amb capacitat per convertir-se en majoritari entre els valencians i les valencianes. Una alternativa amb una clara voluntat de govern, que deu donar una resposta progressista als reptes que té el nostre poble en el context espanyol i europeu i en un món en el que la globalització està generant noves oportunitats però també moltes incerteses, especialment als treballadors de les nostres indústries tradicionals.

Serà també necessari oferir als ciutadans un equip humà amb credibilitat i responsabilitat que puga merèixer la confiança dels valencians i les valencianes per tal de governar el país.

Aquestes són les claus necessàries per a continuar la trajectòria ascendent dels últims anys. Aquestes són les transcendentals decisions que tindran en les seues mans els delegats i les delegades al X Congrés del PSPV-PSOE.

Ara, tenim la responsabilitat i l'oportunitat de donar un gran pas endavant. Hem de finalitzar el Congrés presentant als ciutadans i a les ciutadanes una gran força política unida, amb un projecte progressista de futur per al nostre poble i amb una clara voluntat de govern. L'objectiu és tornar la Generalitat als ciutadans.

Papeles para la paz

De entre las controversias más indignantes y falaces que anidan en el país durante los últimos años está, sin duda, la polémica de la devolución de los mal llamados “papeles de Salamanca”. Un cuarto de siglo de constitución democrática debería haber sido un espacio temporal y político suficiente como para abordar la cuestión en los parámetros de civilidad exigible a unas instituciones que vienen obligadas a cerrar definitivamente unas heridas profundas que sangraron la vida de millones de ciudadanos.

Hace unas semanas, cuando las Cortes Valencianas acordaron por unanimidad de todos los grupos parlamentarios, la devolución de los documentos almacenados en el archivo de Salamanca a sus legítimos propietarios, se mandaba una señal luminosa de esperanza para una sociedad sin rencor. Se manifestaba la voluntad de poner punto final a una historia de vencedores y vencidos. Se escribía una página para el restablecimiento de la dignidad.

El oasis devino espejismo pasados unos días y, primero Camps en Madrid y luego, su portavoz en Castilla-León, anunciaban que el gobierno valenciano desobedecería el mandato del parlamento y, por tanto, no sólo no pediría los legítimos documentos valencianos existentes en el citado archivo, sino que se alineaba en la posición más demagógica, más intransigente, reivindicadora de la doctrina del justo-derecho-de-conquista.

Éste no es un problema archivístico. Estamos hablando de las consecuencias de una posguerra en la que se incautaron en muchos casos, bienes, patrimonio y lo que es peor, la memoria de los vencidos.

En las cajas del almacén han permanecido durante años y años documentos de ayuntamientos, cartas de amor, escrituras de proyectos de vida truncados, los archivos de partidos y sindicatos. No se puede hablar de unidad de archivo cuando el concepto y el sujeto emergen desde un origen de expolio y dolor. ¿De qué unidad de archivo se presume?

Éste –no se equivoquen- es un problema hondamente político. Se trata de saber si tras 25 años de democracia en este país se puede hacer justicia y reconocer a las personas que legítimamente defendían el orden constitucional del 31; a los partidos y sindicatos democráticos que defendían la legalidad; a las instituciones democráticas el derecho a recuperar su memoria, su dignidad.

¿Podremos de una vez por todas reparar tanto desprecio, tanta humillación sin que nadie se sienta agredido?

La actitud del presidente del Consell merece una doble consideración a cuál más significativa de su actual orientación en el manejo de los asuntos públicos de los valencianos. En primer lugar, actúa abiertamente en contra de lo decidido por las Cortes Valencianas a quien debe el máximo respeto. ¿Cómo se puede digerir en un sistema parlamentario semejante desparpajo? La declaración de rebeldía del gobierno al acuerdo del legislativo – sin ningún sonrojo, sin la más mínima explicación- sólo cabe entenderla desde el desprecio profundo por el papel de las Cortes en el entramado institucional que proclama ese estatuto que ahora pretendemos reformar. Ni los rifirrafes continuados en el seno de esa formación conservadora podrían explicar semejante juego de salón que sólo tiene como acreedores a los eternamente vencidos.

Pero, en segundo lugar, pone bien a las claras qué piensa el señor Camps. Su actitud evidencia qué se esconde tras las buenas palabras. Un año ha sido suficiente para saber que no ha habido ni giro al centro, ni respeto a la coherencia de las cuentas públicas, ni impulso valencianista.

El presidente, despreciando al parlamento, se sitúa en el frente del rencor, en la validación de un arrebato ilegal bajo supuestos que nada tienen que ver con la cultura porque en su nombre nadie podrá defender jamás la usurpación ni la recreación de la historia a beneficio de inventario.

¿O quizás cabe interpretar esta concesión como parte del botín del eje de la prosperidad trazado desde Génova y glorificado por Camps?

La insensibilidad para reconocerse en la historia más próxima de la Valencia republicana desmiente cualquier atisbo de nuevo tiempo en la derecha regionalizada.

No le den más vueltas. Todos sabemos lo que pasó –muchos lo sufrieron y aún hoy causa dolor- y ya es hora hace tiempo de devolver la paz a los papeles y a las conciencias.

LA REVOLUCIÓN DE LOS CIUDADANOS

El reencuentro con la soberbia de Aznar y el recurso a la ignominia de Camps ilustran de manera transparente la respuesta del PP al Congreso socialista que el fin de semana participaba de un espíritu de esperanza, autoexigencia y responsabilidad.

Las magnas asambleas de partidos de tradición democrática – y muy significativamente en el caso del partido socialista – nunca serán una mera referencia de la moderna mercadotecnia electoral al uso y aún en las circunstancias actuales, tras una victoria electoral, no se ha evitado el debate. El botafumeiro cabe dejarlo para aquellos que aún hoy se resisten a admitir la derrota y se lanzan por la pendiente histriónica de la crispación para tapar sus vergüenzas y de paso atascar el progreso de la sociedad valenciana.

Nunca un partido socialista puede estar satisfecho cuando las desigualdades y el sufrimiento están tan presentes entre nosotros. Ni aquí ni en un mundo que tampoco parece que vaya a morirse de éxito. Por tanto, el 36 congreso ha sido un justo reconocimiento al trabajo intenso y adecuado de Rodríguez Zapatero, pero lo más significativo, en mi opinión, ha sido la consolidación de la mirada humilde, la asunción de la temporalidad del poder, la máxima exigencia de compromiso.

Los socorridos análisis tras estos eventos reflejan la pluralidad y los supuestos resultados son interpretados como prólogo para particularizados futuros. En cualquier caso, lecturas legítimas aunque no necesariamente ajustadas a la realidad.

El PSPV ha ido al congreso a aportar no a sacar. El PSPV ha ido a sumar no a dividir. El PSPV ha ido a comprometerse con la nueva etapa del cambio tranquilo y a corresponsabilizarse en un tiempo apasionante.

Las aportaciones valencianas han contado. Desde el apoyo a la reconstrucción de la memoria histórica como regreso a la dignidad, hasta el reforzamiento de la apuesta democrática en la defensa del municipalismo o el federalismo -más allá del debate nominal- como espacios de proximidad, decisión y fiscalización directa de los ciudadanos. También se han aprobado calendarios más avanzados para el 0’7 como justa y urgente reivindicación para la cooperación al desarrollo desde la aceptación de las posiciones valencianas.

Más del 80 por ciento de las enmiendas presentadas por el PSPV han sido asumidas por el Congreso y en aspectos fundamentales para nosotros, como la política social, se han ensanchado fronteras aunque –por qué no decirlo – no tan lejos como pretendíamos.

Cuatro años después ya nada es lo que era. Del partido desorientado, herido y desolado nos hemos reencontrado con la vista situada en la ambición de los ciudadanos de una sociedad avanzada con más justicia, más igualdad, más libertad. La España social, la España plural, la España compartida donde no duela más diferencia que la desigualdad. Y esa España habitaba la calle.

La tarde del sábado la ciudad se vistió de libertad. El cambio no era un vacío argumento retórico y la alegría de reconocerse cada uno como es o como quiere ser, desbordaba los colores y las olas de las grandes avenidas capitalinas. Madrid volvía a respirar. Era la postal del nuevo tiempo fotografiada por los protagonistas, los ciudadanos libres de un país libre.

El PSPV ha aportado ideas y sentimiento. Sin aspavientos pero con el convencimiento de participar de un vuelo sosegado que se sustenta en valores renacidos y que orienta nuevas fronteras.

No siempre es fácil explicar lo obvio, ni reclamarse argamasa antes que disolvente pero el camino es largo y el liderazgo sólido y eficaz para el pueblo valenciano no se consigue en barricadas de conveniencia de estricta obediencia partidaria ni en los juegos florales que de tanto mentar la patria la deshonran día a día.

Comprometidos y corresponsables de la España compartida abrimos ahora nuevos debates para la modernidad de la sociedad valenciana con el único afán de sumar y sumar los justos anhelos de la ciudadanía.

El poder no es de nadie y es cada uno. Los protagonistas vuelven a ser los ciudadanos, que echaron al partido de la mentira y que pondrán siempre en su sitio a quien corresponda.

25 años de afirmación municipal y de agenda pendiente.

De entre los avances indudables que han jalonado los años de Constitución, el espacio local democrático ha sido, sin duda, una seña de identidad básica de este periodo. Nuestros pueblos y ciudades salieron del gris urbano, de la falta escandalosa de infraestructuras y servicios con el tesón y las grandes dosis de ilusión de las primeras corporaciones democráticas.

Los ayuntamientos fueron para el franquismo el primer mecanismo de control de un sistema que perseguía la libertad y asfixiaba las capacidades de desarrollo público del país. Desde el principio, tras las elecciones del 79, los alcaldes y concejales impulsaron el cambio profundo de estructuras sociales porque, si importantes han sido las transformaciones urbanísticas, no lo han sido menos las implicaciones de los gobiernos municipales en el reforzamiento del estado del bienestar.

La acción local ha crecido con los días y se ha impuesto una visión de proximidad que garantiza una solución más rápida, cercana y eficaz de los problemas de la sociedad. Sin embargo, no podemos obviar las dificultades y las carencias de todo este proceso de modernización del estado que ha descentralizado y ha creado un nuevo estatus institucional sin resolver la agenda local.

Durante estos 25 años han sido frecuentes las alusiones a la hora de los ayuntamientos

como expresión de la deuda política y financiera con el mundo local que tanto ha aportado a la adhesión democrática de la ciudadanía. Las proclamas, sin embargo, han dado escasos frutos prácticos, siempre lejos de las expectativas generadas por las sucesivas promesas en formas de pactos locales.

El desarrollo institucional del país no puede permitirse el lujo de este aplazamiento sine die del compromiso con los ayuntamientos para afianzar decisivamente el impulso democrático, la capacidad de participación de los ciudadanos, la autonomía local y el principio de subsidiaridad.

El ciclo político liderado por el PP ha sido especialmente frustrante por toda su visión recentralizadora y, sobre todo, incapaz de respetar la lealtad institucional .

Desde lo local se puede cambiar lo global porque los protagonistas son los ciudadanos con nombres y apellidos, con cara y ojos, lejos de las estadísticas frías que tantas veces definen los destinos.

La nueva oportunidad que se nos presenta no admite más dilaciones. Confiar en los ayuntamientos –darles más competencias y más financiación- es confiar en los ciudadanos, en su capacidad para decidir y para equivocarse si llega el caso.

Que las nuevas urgencias no arrinconen otra vez la ambición local, la frontera de la proximidad que fortalecerá las alas de la democracia.

EL PSPV-PSOE SÍ HA CUMPLIDO: MÁS DERECHOS, MÁS AUTOGOBIERNO

Hace ahora tres años y medio, en un debate de política general, el entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, se comprometió públicamente a “llegar, en la reforma del Estatuto de Autonomía, hasta donde llegue el PSPV-PSOE, ni un centímetro menos”. Un farol más de quien no tuvo ninguna intención de llegar más allá de una reforma cosmética y que especuló con la posición socialista como supuesto aval de connivencia en el frenazo autonómico.

Han transcurrido tres años y medio. El cambio político en España, la derrota de la política centralista de Aznar y Rajoy, ha permitido albergar un escenario autonómico abierto, de discusión serena sobre la readecuación del estado de las autonomías tras la comprobación empírica del éxito del modelo para la convivencia y para el progreso de España.

Aquí durante meses hemos trabajado pensando que era posible una reforma profunda en el marco de una actualización y relectura del estatuto en términos de avance en el autogobierno y en los derechos de la ciudadanía. Y entonces llegó Rajoy. La noche del jueves el grupo parlamentario del PP vivió la previa y el calendario aprobado por la Junta de portavoces que anticipaba grandes desastres si no se aprobada la toma en consideración de la proposición de ley el 25 de abril, devino en azucarillo disuelto en el agua del silencio sin pena ni gloria.

Durante estos tres años y medio por parte del PSPV-PSOE y también de la dirección federal del PSOE no ha habido dudas. Nunca ha faltado la voluntad clara e inequívoca de hacer justicia y de incrementar los derechos de los valencianos, para que no seamos menos en términos políticos de autogobierno que los catalanes, que los andaluces, que los vascos o que los gallegos, en cuestiones tan claras como otorgar al Presidente la capacidad plena para disolver las Cortes de forma anticipada. De hecho, siendo José Luis Rodríguez Zapatero portavoz de la oposición en abril del 2002 ya asumió respaldar esta reforma. Ahora, al frente del Gobierno, su compromiso sigue firme.

No podemos decir lo mismo del PP, que vuelve a las andadas como cuando el propio Zaplana tuvo que echarse atrás en más de una ocasión ante la imposibilidad de obtener “el permiso de Rajoy” para incrementar los derechos de los valencianos. Desgraciadamente se repite la historia. Rajoy ha limitado las ambiciones de la reforma y la ha subordinado a la estrategia del PP, embarcado en una cruzada contra la España plural que defiende el gobierno de Zapatero.

Sin embargo, y pese a las vicisitudes, los socialistas agotaremos todas las vías para poder llevar a cabo esta reforma. Una reforma que permita impulsar en la Comunitat Valenciana una segunda modernización del mismo espíritu transformador con el que impulsamos el desarrollo de nuestra autonomía y del conjunto de la sociedad valenciana en los años ochenta. Los socialistas aspiramos a un Estatuto que garantice a los valencianos y valencianas más derechos, más libertad, más igualdad, más democracia, más autogobierno, más competencias, más eficacia, más proximidad, más valencianismo y más europeísmo. Por eso, consideramos que esta reforma debe perseguir cinco objetivos básicos.

En primer lugar, apostamos por regular nuevos derechos individuales, nuevos derechos sociales, colectivos y de participación. En segundo lugar, debemos incrementar el papel del Parlamento, y una forma clara de conseguirlo es reduciendo la barrera del 5% de los votos obtenidos para poder estar presente en las Cortes Valencianas.

Asimismo, la facultad plena del Presidente de la Generalitat para disolver las Cortes Valencianas y la ratificación de la reforma del estatuto a través de un referéndum, simboliza el reconocimiento pleno de nacionalidad histórica. Sólo así podremos acabar con la injusticia que supone que esta facultad sí exista en autonomías como Andalucía, Galicia, Catalunya y País Vasco. En cuanto al Poder Judicial, planteamos una adaptación de su estructura a la naturaleza de un Estado compuesto como es el Estado de las Autonomías, y así, dotar de la máxima potestad al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana y descentralizar los trabajos de organización y de gobierno del Poder Judicial. Un tercer aspecto básico sobre el que debe girar la reforma del Estatuto es sobre el incremento del nivel competencial con la aplicación del principio de subsidiaredad para mejorar la eficacia y eficiencia en la gestión de los servicios públicos.

Entre nuestras demandas, siempre buscando una adecuada financiación para la Generalitat, figura también la asunción de la responsabilidad de la administración de los impuestos propios y cedidos, que con este fin serían confiados a una Agencia Tributaria Valenciana. La situación de nuestras finanzas públicas exige una respuesta estructural.

Un cuarto punto básico radica en reforzar la posición institucional de la Comunidad Valenciana en el conjunto del Estado así como acercar más la administración a los ciudadanos, potenciar el municipalismo dando cumplida efectividad al principio de subsidiariedad.

Por último, los socialistas consideramos necesario reafirmar nuestra identidad como pueblo diferenciado y en este sentido, debemos unificar y valencianizar la denominación de la Comunitat y de sus instituciones; También debemos reconocer el carácter de nacionalidad histórica y hacer mención expresa a los hechos diferenciales: lengua y derecho foral y añadir la exigencia del requisito lingüístico en el acceso a la función pública valenciana, de acuerdo con nuestra Constitución.

En definitiva, reformar el Estatuto es encajar adecuadamente la pieza valenciana en el Estado español y situar a la Comunitat Valenciana donde se merece por historia y por voluntad de sus ciudadanos.

Joaquim Puig, vicepresidente segundo de las Cortes Valencianas y ponente de la Comisión para una Posible Reforma de Estatuto de Autonomía.