Sí, nosotros podemos
Publicado el domingo, 30 de marzo de 2008 por Ximo Puig Ferrer
Los progresistas valencianos no nos merecemos la resignación. Ni tampoco los discursos catastrofistas que ahondan en una especie de vena autodestructiva tantas veces cultivada entre nosotros.
La amalgama conservadora que convive hoy en el PP ha conseguido contagiar a una parte muy importante de la sociedad valenciana del ideario victimista tan sólidamente asentado en las raíces de un populismo que se ha prodigado con éxito en los más diversos territorios.
No creo en las credenciales del perdedor que busca siempre culpabilidades ajenas pero es bastante difícil de discutir la potencia del magma mediático y el clientelismo que la derecha valenciana -con escasos antecedentes democráticos- ha conseguido armar.
No se trata de buscar excusas. Se trata de buscar soluciones, propuestas que sumen políticamente a esa mayoría de valencianos y valencianas que piensan en progresista.
Con la realidad en la mano -más allá del paisaje dibujado por la propaganda masiva- la acción del gobierno de Camps es ciertamente desoladora. Los datos del último año nos sitúan por encima de la media en el aumento del paro y muy por debajo del crecimiento económico mientras nuestras constantes sociales continúan bajo mínimos. Sin demagogia, léase en camas hospitalarias por habitante, plazas de residencias geriátricas, ayudas a las familias o cualquier indicador de bienestar no se compadece con la arcadia feliz que cada día desde la Generalitat ofrenda glorias de liderazgo virtual.
Sin embargo, el PP ha ganado las elecciones generales tras nueve meses de legislatura autonómica en la que todas las energías disponibles han estado volcadas en la barricada contra el gobierno de España y mirando con desdén las obligaciones propias de un consell del que hoy dependen las políticas más cercanas y más vitales de la Comunitat.
Los interrogantes son muchos y las respuestas rigurosas no tantas. Más allá de explicaciones simples para cuestiones complejas que sitúan en las zonas organizativas o partidarias el eje de la crítica, debemos sumergirnos de lleno en el cambio que se ha producido en la Comunitat y en las diversas identidades que subsisten en un territorio sociológico en el que la pasión ha vuelto a superar a la razón.
El PSPV-PSOE no es una broma. Ni el pim-pam-pum donde encontrar solaz quienes hostigan este proyecto porque tienen otro o, simplemente, denostan la realidad y tienden a deconstruirla. El partido socialista es un gran partido formado por militantes, simpatizantes y votantes que se han movilizado y han trabajado con intensidad y coraje por conseguir los mejores resultados. Hubiéramos querido aportar más, pero nuestros 14 diputados, nuestros 1.113.973 votos también han sido decisivos para la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero.
Por supuesto, no todo se ha hecho bien y, obviamente, hay que leer con inteligencia -sin prejuicios- las entrañas de esta nueva sociedad para generar nuevas soluciones que garanticen una innovadora edición de los sólidos argumentos de una socialdemocracia comprometida con su país.
No se trata, a mi parecer, de producir episodios de davidismo para empezar cada día de cero, ni lamerse las heridas en una constante dialéctica interna que nos aleje más de las preocupaciones y ambiciones diarias de los ciudadanos.
La modernización del proyecto valenciano de progreso que ofrezca seguridad, bienestar y convivencia, la actualización de una organización potente que ofrece el cauce de participación a la gente de progreso y que sume más y más adhesiones desde la pluralidad, la innovación constante en la implementación de políticas públicas y el inequívoco compromiso valencianista son algunas señales que, en mi opinión, han de orientar el futuro más próximo.
Convoquemos un debate para la esperanza. Es posible edificar argumento sobre argumento una propuesta de Comunitat moderna, innovadora, socialmente avanzada que incorpore a los valores progresistas absolutamente vigentes, la creatividad, la capacidad emprendedora, la iniciativa individual del quehacer cotidiano de los valencianos y de las valencianas. Un debate amplio que supere las fronteras partidarias y siempre desde la autonomía, desde la fortaleza de la capacidad crítica al servicio del interés general.
No sobra ninguna ayuda pero la autonomía del proyecto, la capacidad de decisión de los socialistas valencianos no es un apéndice instrumental. Forma parte del disco duro de la propuesta.
Los valencianos merecemos una Comunitat mejor. Y podemos.