Mayo, 40 años después.
Publicado el jueves, 15 de mayo de 2008 por Ximo Puig Ferrer
De hecho, la influencia del espíritu del mayo francés ha sido en el imaginario colectivo mucho más trascedente que lo fuera en la realidad de los hechos. Al fin y al cabo tras un mes de revolución, de alianza de clase entre estudiantes y trabajadores, todo acabó con el general De Gaulle volviendo a ganar las elecciones tras la finiquitación del movimiento entre divisiones y un creciente divorcio de intereses.
Pero, la huella de lo que pasó fue más profunda que su resultados concretos. La explosión de la nueva situación anunció cambios fundamentales en cuestiones hasta el momento ausentes de la agenda social como el feminismo o el ecologismo y puso la paz o una idea de lo global que décadas después se asume como paradigma del nuevo siglo.
Han sido frecuentes en los últimos tiempos las alusiones por dirigentes conservadores como Sarkozy o el propio Aznar las diatribas contra los denominados hijos -o nietos ya- ideológicos de aquella efervescencia que reclamaba por las calles la imaginación al poder o romper todas las barreras del posibilismo. El presidente francés reclamaba la ruptura con la herencia del mayo y el expresidente español llamaba a la revuelta contra los progres trasnochados.
Nunca la ola expansiva de una derrota alcanzó tan lejos y propuso una diversidad de reacciones, en muchas ocasiones contradictorias, que han condicionado los análisis y a los analistas por varias décadas. La ruptura de los viejos moldes inundó las propias vivencias en esa perfomance siempre presente entre lo singular y lo plural, entre el derecho al proyecto individual y los anhelos comunitarios.
El esthablisment, todo el sistema, palideció de miedo, más tarde se recompuso pero ya nunca sería lo mismo.
La primavera también llegó a Praga y Ducek ensayó una perestroika tan avanzada en su tiempo que fue acallada por los tanques rusos antes que llegara el verano. A pesar de la enmienda a la totalidad que hacen hoy los nuevos dirigentes conservadores checos, la revolución de terciopelo empezó a hacer temblar la arquitectura del telón de acero.
Las repercusiones también llegaron a la España de Franco mitigadas, eso sí, por el ensordecedor silencio del régimen que con la estigmatización comunista-masón lo daba todo por zanjado.
En esos días sonó Raimon en la universidad madrileña y “per unes quantes hores ens vam sentir lliures i aquell 18 de maig a la Villa ens va donar força per viure”.
Las herencias hay que administrarlas cuando nacen de la libertad y de la ilusión por un mundo mejor, con respeto. Sin maniqueísmos pero con profundo respeto. Porque si hoy aquí hay libertad también es por aquellas cosas que empezaron a pasar en alguna universidad y en algunas fábricas cuando muchos aún éramos niños y muchos españoles de hoy no habían nacido.
Buena semana.