La hora de la verdad

BLOG DE CAMPAÑA

Tras el segundo debate, entramos en la recta final para el desenlace de las elecciones generales. El viernes dejarán de sonar los cláxones de la campaña electoral y será la hora de los ciudadanos. Cada uno de nosotros en libertad decidirá cuál es el camino que nos conviene como sociedad.

Y en esa hora todos contamos. Y contamos lo mismo. A algunos a veces parece molestarles que el voto de un pastor o un empresario de éxito tenga el mismo peso. Ésa es la mejor virtud de la democracia.

Estos días se ha hecho pública la estrategia del PP dirigida a conseguir una baja participación que pudiera garantizarle la victoria. En un artículo firmado por la periodista Leslie Crawford, el Financial Times transparentaba la manifestación del jefe de comunicación de la opción conservadora en el sentido que “el partido popular necesita un gran índice de abstención para ganar” Y para ello según el dirigente popular “es necesario sembrar las dudas en temas como la situación económica, la inmigración y los nacionalismos”.

La confesión merece al menos dos apreciaciones. En primer lugar, la intolerable pretensión de debilitar la democracia con una participación baja. Un ciudadano –en este país donde el voto no es obligatorio- tiene derecho por supuesto a no votar pero que un partido intente ganar con el desánimo de los electores es una mezquindad que genera espacios de duda de largo recorrido. Los debates sobre la legitimación producen sarpullidos en un sistema que cada día debe ser rearmado con argumentos y mayor participación activa.

Y, en segundo lugar, la irresponsabilidad de excitar las bajas pasiones en las raíces del populismo. El argumentario es viejo, las consignas, también. Pueden encontrarlas en cualquier campaña electoral de cualquier país europeo y siempre se exacerban en un caldo de cultivo de dificultades económicas con servicios públicos deficientes.

Contra el extranjero se vive mejor. Identificado el enemigo a batir todo es más fácil. Sobre el diferente pueden recaer todo tipo de sospechas y sentencias de exclusión. Cuando Rajoy clama que aquí no cabemos todos, abre la puerta indiscriminadamente. La demagogia populista establece una mezcolanza de medias verdades y grandes mentiras. De entre estas últimas aquello de papeles para todos cuando han crecido los retornos obligados a los países de origen.

Lo cierto es que los trabajadores inmigrantes han sido fundamentales en el éxito económico español de los últimos años. La legalización de los extranjeros que estaban trabajando ilegalmente ha significado acabar con una parte importante de competencia desleal para los empresarios que cumplían sus obligaciones y también para los trabajadores que veían como se amenazaban sus derechos sociales y salariales.

La elección es, bien la mejora de los elementos de integración o, bien, la exclusión. En cualquier caso, lo que no tiene nombre es la generación de un caldo de cultivo propio de los peores fenómenos de xenofobia.

Zapatero o Rajoy. No es lo mismo. El voto de cada persona es decisivo. Hace cuatro años el PP ganó en la provincia de Castellón por poco más de dos mil votos. La realidad es que hubieron muchos más votos progresistas que conservadores pero la distribución de escaños benefició al PP. Ahora las personas que piensan en progresista o que creen que el proyecto reformista y modernizador de Zapatero merece una nueva etapa, ciudadanos que en otras ocasiones no han votado socialista tienen que valorar su decisión.

En estas elecciones generales la única suma que sirve es tener un voto más, ser la candidatura más votada. Ese es el reto hacer posible que la mayoría progresista que existe en la provincia de Castellón sea también una realidad política el día 9 de marzo.

No, no es lo mismo mirar hacia delante con un presidente progresista que ha cumplido sus compromisos que un regreso al pasado que limite los derechos alcanzados.

Y no es lo mismo votar que no votar. Cada persona, cada voto, cada elección decide.

En la hora de la verdad sólo tú decides.

Buena semana, buena elección y buena suerte.

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