Plegaria para la nueva legislatura

Han pasado unas 38 horas desde que cerradas las urnas tras un día de apasionante participación, los ciudadanos decidieran otorgar de nuevo la confianza al partido socialista para un nuevo periodo de cuatro años.

Desgranar los múltiples argumentos de análisis en unos minutos es ciencia imposible por lo que sólo una aproximación será suficiente y probablemente excesiva para ustedes amables oyentes que han sufrido la cadencia de una de las campañas más largas de la democracia.

La mejor noticia, sin duda, la participación masiva que aleja los fantasmas de la crisis de representación que de vez en cuando, los agoreros sacan a pasear. La primera legitimación surge del pueblo, la segunda –si se me permite- del ejercicio honrado, transparente, ético del poder.

Sin embargo, 43 horas antes de iniciar la fiesta de la democracia, el terrorismo volvió a enlutar la fiesta. Un trabajador, un vasco, un joven padre era abatido por un pistolero al que alguien le inoculó el odio en sus enfermizas neuronas. Isaías ya no está en Mondragón esta mañana por sus ideas socialistas, porque el guión de los bárbaros sometido a la lógica de su indecente agenda, le situó en la diana más fácil.

ETA en su agonía decadente tiende a superarse en su escalada deshumanizada. El rosario de sinrazones sólo produce muerte y también rabia, mucha rabia que la hija huérfana ponía al servicio de la convivencia y la exaltación de los valores.

Ninguna novedad tampoco en el tancredismo cómplice de la alcaldesa de ANV que volvió a insultar la inteligencia y las entrañas de cualquier bien nacido. ¿Cómo un edil en esencia representante de toda la ciudadanía, puede vomitar semejante villanía frente a un sentido del honor democrático al que le debe obediencia?

¿Cómo podemos concebir una alcaldesa justificadora de la delincuencia?

¿Cómo resistir la ignominia cobarde de quien se cree en nombre de no se sabe quien dueño de la vida de los demás?

La respuesta de la sociedad fue la que pidió Sandra, la hija que el viernes devino huérfana por la peor de las injusticias.

Hay una segunda buena noticia: ha acabado la legislatura de la crispación. La ciudadanía ha abierto una nueva etapa y para ese viaje habría que llenar las alforjas de diálogo y capacidad de acuerdo para fortalecer la calidad de la democracia.

Finiquitar la catástrofe moral que genera la violencia terrorista, anclar la convivencia desde unas instituciones vivas y potentes, priorizar la educación y la sociedad del conocimiento, consolidar el nuevo estado del bienestar, conseguir el pleno empleo, son ambiciones que valen la pena para un país que merece el optimismo.

El presidente Zapatero tiene la confianza y la convicción suficiente para afrontar el nuevo tiempo. Hoy sabremos si Rajoy se va o se queda. Sea como sea lo fundamental es que cambie el modelo de oposición.

Hoy en el cuarto aniversario del 11-M, la unión, el silencio y el respeto, ha de ser la mejor manera de empezar una nueva legislatura.

Por lo demás, tras las elecciones, hay vida.

Buena semana y buena suerte.

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