Tots els colors del verd.

La noche ha sido muy larga. Cuarenta y tantos años de ETA han dado para tanta sangre, tanta desesperanza y tanto dolor que cuando se ve, aunque lejos y débil la luz al final del túnel, nos brillan los ojos.

La crisis en el proceso de paz que ha emergido con fuerza los últimos días produce la desazón de quien observa como un castillo de naipes construido con paciencia y sigilo se puede precipitar al vacío. El alto de fuego permanente anunciado por la banda ETA hace ya más de medio año consiguió volver a ilusionar a una sociedad harta de violencia, de extorsión de silencios obligados.

Sólo ETA será la culpable de un fracaso que en caso de producirse nos pondría de nuevo en una dialéctica que ya nadie en la sociedad vasca parece dispuesta a secundar.

Por eso, me va a perdonar, pero cada día entiendo menos la posición del Partido Popular. Rajoy y su núcleo dirigente han hecho del proceso de paz el primer elemento de confrontación política con el gobierno de la nación tanto en el parlamento como en la calle donde parapetados tras una parte de las víctimas tensionan para romper un diálogo que aún está lejos de cualquier resultado.

Sí puedo entender las prevenciones de los entornos más cercanos a la tragedia. Son reacciones humanamente comprensibles porque cuando te arrebatan la vida de un ser querido una parte de tu alma se va con él. El desgarro es tan grande que cualquier consideración me provoca el máximo respeto sin deber por ello administrar una obediencia obligada a las actitudes políticas de las distintas sensibilidades encogidas en las distintas asociaciones de víctimas.

Pero sino ha habido ni traslado de presos, ni acuerdos políticos, ni cesión alguna, si incluso los preliminares de cualquier diálogo están atascados, si el estado de derecho funciona y hay detenciones y se dictan sentencias ¿por qué ahora el PP encarniza la batalla política en una cuestión que jamás debería dividir a los demócratas?.

¿Por qué ahora el adversario en las manifestaciones es el presidente legítimo y no la organización terrorista?.

El Congreso de los Diputados aprobó una resolución que encajaba los objetivos y límites de un diálogo para la paz. Una hoja de ruta que se ha seguido y que si no ha dado aún sus frutos es por la incapacidad del mundo abertzale de apostar definitivamente por las reglas democráticas. Un camino, por cierto, bastante similar al explorado por todos los gobiernos constitucionales.

Cuando un partido tras algunas legislaturas en el poder pasa a la oposición, la resituación es sin duda difícil. El liderazgo debilitado, la estrategia discutida y al final las posiciones más inmovilistas triunfan porque la mirada se fija en la estabilidad interna. Se elige la opción más directa, más satisfactoria para los propios. Pero ya se sabe que la línea recta no siempre es la más rápida para retornar al poder y –seguro- no es la mejor para el país.

Hace ya treinta años Raimon cantaba por la esperanza en Euzkadi y glosaba en un canto emocionante todos los colores del verde bajo un cielo de plomo que el sol quiere romper en una señal inequívoca de la merecida libertad para la nueva etapa que se iniciaba.

Ese sentimiento que me relataba Maribel Lasa, directora de atención a las víctimas del gobierno vasco, cuando esta semana visitaba Valencia y se reunía con la asociación valenciana de víctimas acompañando a una comisión del parlamento vasco que quiere mostrar una cercanía que ataño se notó a faltar.

Maribel sabe del dolor. Su marido JuanMari Jáuregui fue gobernador civil del último gobierno de Felipe González en Guipúzcoa. Amenazado por ETA se fue a trabajar a Chile. Volvió de vacaciones a Tolosa y el 29 de julio del año 2000 era asesinado en una cafetería al lado de su casa.

Había nacido hacía 49 años en Legarreta, su lengua materna era el vasco en y en el franquismo había estado encarcelado por razones ideológicas.

Maribel sabe del dolor y también de la esperanza porque –como ella dice- la generación de sus hijos tiene derecho a la paz.

¿Hay crisis en las aulas?

No sé si hay más violencia en las aulas que hace unos años pero como la cosas al final son como se perciben, la irrupción en los medios de comunicación de distintos episodios de conflicto, avalan una corriente de fondo sobre la crisis estructural siempre presente en el ámbito educativo.

Los síntomas son inequívocamente dolorosos. Si en las aulas se respira violencia física, verbal o moral, nuestra cohesión de futuro será más incierta y los males endémicos de la irracionalidad anidarán de nuevo con peligrosidad en la sociedad del siglo XXI.

La cultura nos hace libres y el templo de la primera socialización no puede vilipendiarse por ése dos o tres por ciento de pequeños inadaptados que traen de casa sus reglas. “Pisas o te pisan” alegan. No, no son ellos ni los únicos ni quizás los responsables finales, más bien el exponente de aquello que no funciona bien en esta sociedad.

El catastrofismo no ayudará, sin embargo, para nada a mejorar la situación. Desarrollar teorías autoritarias y regocijarse en una deriva de contrarreforma no parece ser una solución atinada.

Las crisis deben saldarse con nuevas iniciativas de síntesis. Las crisis son para avanzar. Esta crisis - de existir- ha conseguido poner en primera línea de debate el estado de la escuela. Y, de eso, ya era hora.

La educación ha estado sometida en las últimas legislaturas a distintos cambios de leyes y se ha dado la impresión de una cierta improvisación cuando no auténtica desorientación en quienes lideraban el proceso.

Mientras tanto continuamos siendo uno de los países por debajo de la media de gasto en educación de la OCDE.

La nueva realidad multicultural exige más recursos, más apoyo a los profesores, mayor fortaleza de los ámbitos participativos en la comunidad escolar, más compromiso de los padres.

Aquí esta Comunitat se juega todo en ese campo. Si todos coincidimos en la prioridad de la enseñanza, es el momento de plantear un pacto valenciano por la educación que sume todas las ambiciones y aleje las coyunturas del esfuerzo permanente en mejorar la calidad, la fuerza, el sentido de la formación en nuestra sociedad.

Atajar los brotes de violencia en las aulas exige el reforzamiento del papel del profesor no sólo desde una perspectiva disciplinaria sino en la estrategia de un compromiso ético que nos devuelva la esperanza de una sociedad donde los conflictos jamás pasen la línea roja de la irracionalidad.

La crisis actual no debe ocultar tampoco el progreso de la escuela en nuestro país. Los cantos de sirena los tiempos pasados Recuerdo aquellas aulas segregadoras, donde se trataba al alumno en función de sus padres. Aún hoy me golpea en el imaginario aquel puñetazo del padre Antonio que le rompió el reloj en la cara del pequeño y después le mandó a la relojería para que se lo arreglaran y lo pagaran sus padres.

La violencia estaba institucionalizada. Nuestros juegos demasiadas veces formaban parte de una égida de agresividad protegida por quienes inspiraban el ideario.

No, no todo era negro pero sí mucho más negro que hoy, afortunadamente donde los niños no van con miedo al colegio.

Permítanme amigas y amigos, para acabar una nota a pie de pàgina.

Estamos a fin de mes y hemos sabido que incluso doña Esperanza Aguirre tiene dificultades por llegar a final de mes. Si ya entiendo que los mileuristas que cobran seis veces menos que la citada señora anden alborotados. Bueno pero a nosotros y a ellos siempre nos quedará la ironía.

Buen final de mes, que empieza diciembre.

Fútbol: pasión, circo y un maloliente hedor a fascismo.

En los últimos años el fenómeno que representa el fútbol excede con mucho la vieja concepción de un deporte. Tanto desde el punto de vista económico como de la propia dimensión que produce su onda expansiva, el fútbol está en unas coordenadas nada ancladas en el romanticismo de aquel juego inventado hace más de un siglo por los ingleses.

Mucho dinero, muchas pasiones, muchos intereses en juego que tampoco dejan indiferente la política.

Ayer, sin ir más lejos, los periódicos daban cuenta de l’affaire urbanístico del Valencia CF y también de la irrupción de la influencia del presidente del Barça en las elecciones catalanas. En ambos caos la intencionalidad de presencia de la influencia de los poderes futbolísticos en las sendas electorales son más que evidentes.

El consejo de administración de la sociedad anónima deportiva del Valencia CF presidido por el hijo del potente constructor Juan Bautista Soler está inmerso en un cambio de calificación urbanística del Mestalla que le permitirá hacer otro estadio y un importante entramado inmobiliario al tiempo que podrá hacer caja para enjuagar la deuda millonaria que atenaza su futuro.

Más allá de las vicisitudes de la cuestión concreta me interesa reflexionar sobre la respuesta del citado empresario frente a la oposición política del Ayuntamiento de Valencia que no ha secundado la posición oficial del gobierno local proclive a la reclasificación instada por el citado consejo de adminstración.

Soler en connivencia directa con el PP ha identificado sus pretensiones inmobiliarias con el sentimiento de un club que alberga aficcionados de las más diversas ideologías. Tras la amenaza, ha lanzado a los peñistas para situar en el campo del antivalencianismo a quienes no se avienen a sus intenciones y prepara manifestaciones de satanización que entroncarán perfectamente con el mensaje que Camps versionaba en sede parlamentaria. “Quien se opone a las acciones inmobiliarias del presidente constructor, está contra el Valencia”. Un paso más en un mensaje totalizador que hace recaer en el disidente de la versión oficial la cruz del traidor. Ahora es el fútbol, ayer el tripartito catalán, siempre el agua.

Un discurso relacionado con el viejo populismo en el que la derecha regional ha dejado puestas sus esperanzas de retener el gobierno de la Comunitat.

Es comprensible que al señor Soler no le guste la posición de los grupos muncipales que no apoyan su reclasificación y que lo manifieste con la rotundidad que estime conveniente pero ¿tiene algún rasgo de racionalidad las convocatorias contra la oposición? ¿contribuye la posición del presidente promotor a la convivencia debida? Y, finalmente, ¿está formulada para defender qué intereses?

Si me produce bochorno que se confunda el Madrid con España, el Barça con Catalunya cómo podemos interpretar la patrimonialización por un partido político de un club de tantas afecciones como el Valencia.

La alianza de intereses económicos, urbanísticos –poco los deportivos- está llevando demasiado lejos una confrontación que la pagarà sin duda el Valencia de verdad, el que anida en el corazón de los aficcionados, no el otro que forma parte de la plataforma de negocios de un constructor.

El fútbol es algo maravilloso para quienes nos gusta pero puede morir de éxito. Otra enfermedad que le persigue es la violencia física, verbal y moral. La suerte ha hecho posible que Castelló y Vila-real se hayan enfrentado y vuelvan hacerlo la otra semana, en un duelo apasionante. Pero nadie puede llevar consigo al estadio los peores sentimientos del hombre, absurdos odios ancestrales que nada tienen que ver con amor a su tierra. Algunos sienten el fútbol como una nueva versión del circo romano y se sirven del espectáculo para conformar el estallido de su violencia en nombre de unos colores.

Para salvar el fútbol, hay que dar la batalla contra la violencia en los campos y los aledaños, y no hay que dejar que nadie por mucho dinero que tenga quiera manchar los sentimientos de todos.

El fútbol vivirá si es de todos y nunca pierde la razón que le vio nacer: un juego.

Buena semana.

Mujeres

No me cabe ninguna duda que éste va ser el siglo de las mujeres. Entre muchas otras razones porque conservo la fe en el género humano debido a un cierto optimismo antropológico que no siempre –debo confesales- es complacido por la realidad.

Las conquistas de los derechos humanos nunca han sido fáciles, más bien siempre han costado demasiado por más obvias que nos parezcan esas reivindicaciones años después.

Sin ir más lejos así nos pasa con el 75 aniversario de la consecución por primera vez en la historia de España del voto femenino. La diputada Campoamor consiguió a pesar de las más duras reticencias en todos los campos ideológicos e –incluso- lo más doloroso entre las propias mujeres diputadas, que el parlamento de la segunda República hiciera efectivo un derecho hasta el momento privado con toda naturalidad a la mujer.

Desgraciadamente pocos años después españolas y españoles vieron al unísono como les era arrebatada la libertad durante 40 largos años de silencio y la mujer era destinada al rol secundario de la sección femenina, brazo falangista para la segregación de sexos y la humillación de la mujer.

La ley de igualdad que el gobierno ha remitido al Congreso de los Diputados representa una nueva generación de avances para superar lastres de toda una historia jalonada de despropósitos en el tratamiento de la mujer.

Recuerden –porque hay que recordarlo- que hace tan sólo unos siglos la Iglesia determinaba sin mayor escozor de conciencia, la ausencia de alma en los seres humanos de género femenino y hasta hace cuatro días el código civil español no distaba demasiado en lo que a esta cuestión se refiere, de las concepciones más arcaicas vigentes entre los fundamentalismos que ahora con razón nos escandalizan.

Cada vez que se incorporan requisitos paritarios a través de la discriminación positiva, surgen voces graves alertando de lo insensato de la imposición y con argumentos a veces sólidos, otros simplemente ventajistas, proclaman que sólo el mérito genera igualdad.

¿Pero de verdad se puede tratar como iguales a quienes por la fuerza de los hechos históricos incontestables, no lo son?

Las denostadas cuotas electorales han conseguido que la incorporación de la mujer a la política sea diametralmente diferente a las primeras legislaturas de la democracia cuando sólo tenían un papel testimonial. En ese camino sin duda se habrán cometido errores y, si se quiere, injusticias pero el resultado es un avance indiscutible de la equidad en la corresponsabilidad.

Ahora se trata de dar un paso más. La sociedad en todos sus ámbitos debe facilitar el acceso a las mujeres a puestos de responsabilidad que han sido concebidos para los hombres. No sólo en la política.

Si en la Universidad Jaume I, por ejemplo, ya hay más chicas que chicos graduándose, si cuando asistimos a la entrega de los premios extraordinarios la mayoría recaen en jóvenes estudiantes de sexo femenino ¿por qué aún el número de directivas en los más diversos sectores son un número casi ridículo?

Los cambios hay que empujarlos. La conciliación familiar mejorará nuestra vida la de todos, homres y mujeres, y la aportación de la fuerza de la mujer en muchos ámbitos dará oxígeno a estructuras demasiado encorsetadas por la estéril cadencia de las inercias.

La irrupción de la mujer debe contribuir a la humanización de las relaciones sociales y económicas. Lo peor en este proceso sería asimilar sin más los roles masculinos. El cambio para ser cambio debe significar aire fresco y para ello las mujeres deben ser ellas mismas no una mala copia.

Confiemos, amigos oyentes, en las mujeres. Será un buen trato.

Buena semana.

Libertad de expresión, sin matices.

Las libertades son conquistas que nunca pueden darse por definitivas. Al aceho andan los limitadores, los bienpensantes, los fundamentalistas, los herederos de la verdad infinita.

El espacio europeo se ha caracterizado por mantener ese espíritu republicano, hijo preciado de la revolución francesa, entre sobresaltos pero con la conciencia clara de que un paso atrás abre la puerta a la barbarie.

La capacidad de elegir exige regulación y criterio opero nunca oleadas de proscritos. Oír que una ópera salta de la programación del templo operístico berlinés por su crítica a Mahoma, o la imposibilidad de representar una obra teatral de Pepe Rubianes por unas declaraciones poco afortunadas del actor, son síntomas de una enfermedad que no puede convertirse en pandemia.

La directora de la Deutche Opera justificaba en el miedo a las consecuencias, su decisión de prohibir el pase de una pieza que ya había sido exhibida con anterioridad sin problemas y que ahora había recibido amenazas de grupos fundamentalistas.

El alcalde Gallardón se sometió a la presión de los ultras y facilitó la caída del cartel de la obra Todos éramos Lorca como presente a quienes va a necesitar en unos meses para permanecer en el cargo.

El miedo es libre pero la responsabilidad de los gestores públicos no debe saber de cesiones a la violencia. Frente a las amenazas, el estado tiene sus medios para garantizar la seguridad pero sin pagar precio alguno y en ningún caso, la abdicación. .

El contenido de las obras en cuestión o las manifestaciones de un actor no han de ser impartidas por nadie. Es más, pueden ser combatidas con toda la fuerza de los argumentos pro quienes discrepen.

La reacción democrática es no asistir a lo que no nos gusta. La reacción de una sociedad civilizada es denunciar aquello que consideras una falta de respeto o un abrupto insulto a la inteligencia pero no cerrarle la boca a nadie por la fuerza del poder o de la impotencia.

Los militantes de las religiones están obligados a convivir con los adherentes diversos y con aquellos que no comulgan con nada y los defensores de cualquier patria han de fortalecer sus convicciones escuchando las advocaciones de los descreídos.

No me regocija especialmente una escena con las cabezas de los profetas en la mano de nuevos dioses terrenales. Tampoco puedo asentir frases soeces de un actor tan sumamente ingenioso y admirable en su faceta artística como Rubianes.

Sin embargo, la defensa de la libertad de los demás es la defensa de nuestra propia libertad.

¿Quién puede garantizar que los censores de hoy no le censuren a usted mañana?

Con las libertades no se juega. Los miedos libres y legítimos no pueden orientar el quehacer de los responsables públicos que si se sienten incapaces de mantener los principios, no tienen más camino que una honrada dimisión.

Los ultras de las más diversas facciones se han caracterizado históricamente por emplear más las amenazas que la proclamación de unas ideas- Al inicio de la democracia española eran frecuentes los avisos de bomba en teatros cuando la función no era de su gusto. La sociedad aguantó y pasó página. Quedan algunos brotes en nuestras ciudades. Curiosamente a los fascistas que provocan altercados contra el teatro y a los promotores de la kale-borroca les unen los métodos.

¿Por qué tienen miedo a la libertad?

Buena semana.

Debates pertinentes

Entre tanto debate fatuo a veces la vida emerge en las portadas de los medios y las cosas que ocupan y preocupan a los humanos encuentran su aposento en la primera línea de la agenda política.

La lucha contra el alcoholismo juvenil, la batalla contra la anorexia o el informe sobre el acoso en la escuela han formado parte esta semana de ese género de temas que más nos deberían inquietar.

El alcohol es el incentivo del fin de semana para demasiados adolescentes que agrava su efecto mezclado con otro tipo de drogas. La verdad es que el consumo de alcohol está incrustado en los hábitos de esta sociedad hasta el punto que no hay una percepción excesivamente negativa, incluso, cuando se cometen excesos y todo forma parte de una especie de rito de iniciación.

El problema es que el alcohol consumido a estas edades tempranas es según los médicos extraordinariamente dañino para jóvenes cuerpos que están creciendo. También lo es para el desarrollo cerebral y para el comportamiento anímico o el rendimiento académico. No crean que están en la homilía de los domingo, sino ante la desnuda realidad de hechos de los que nos podemos enajenar tomando una copa y pensando que siempre ha sido así y tal y tal...

La decisión del gobierno prohibiendo el consumo y venta de alcohol a los adolescentes incorporando medidas disciplinarias y preventivas podrá parecer voluntarista pero todo es mejor que permanecer impasible ante el estado de la cuestión.

Una educación en valores cívicos compartidos ha de proporcionar munición argumental al conjunto de la familia para fortalecer individuos no contangiados por la desidia de no construir personas.

Beber no es vivir, vivir es otra cosa, más guay. De verdad.

Hablamos de la dictadura de los estereotipos convencionales como los que promueven la estremada delgadez como un ejemplo ideal a imitar.

Las condiciones de la pasarela Cibeles marcando unos límites para no promover modelos casi inalcanzables ha sido una posición valiente frente a las directrices de un mercado insacialble. La norma también tendrá sus límites pero ¿no será mejor advertir de las consecuencias de la desnutrición que promover la anorexia?

Londres ya ha dicho que no seguirá los pasos de Madrid mientras muchos ámbitos de la moda internacional han aplaudido la iniciativa. Los responsables de la moda británicos argumentan técnicamente respecto a la presentación de vestidos en modelos casi esqueléticas pero el sufrimiento que provoca la emulación de esos prototipos merece quizás una mirada más comprometida.

¿Qué pasa en las aulas? La publicación del estudio sobre el acoso que sufren miles de estudiantes en nuestro país nos relata un submundo de torturas, de vejaciones, de agresiones que dejarán huellas imborrables en adolescentes que han cometido el terrible delito de ser diferentes, racial o físicamente o, simplemente, no caer bien a pequeños imitadores de neofascistas que lo son aunque a veces ni lo sepan.

Seguro que usted recordarà algún episodio de esta naturaleza de su época escolar. Es más, si su recorrido vital ya cuenta con varias décadas, constarà que ésta no es una nueva patología social.

Cuando llegabas al colegio mayor, o por aquí también en el menor, una pandilla de veteranos apagaba su hoguera de frustraciones infrigiendo las populares novatadas que en la mayoría de las ocasiones excedían ampliamente una broma tolerable.

Guardo en la memoria el grito desencajado de un jóven de Córdoba cuando de madrugada le sacaron de la habitación y simularon arrojarle al vacío desde la terraza. Antes le habían obligado a desfilar desnudo. Antes le hicieron bajar a un fotomatón y fotografiarse el culo. Después bajó de la terraza. Caía la noche en Madrid y él se fue llorando a la estación. Jamás volví a verle.

Leer los datos del estudio sobre violencia en las aulas nos reproduce los viejos fantasmas y los porqués apuntan directamente al contingente ético de los seres humanos.

¿Cómo alguien puede disfrutar con el sufrimiento ajeno?

Ha empezado el curso y la lista de deberes es amplia para padres, alumnos y profesores. Al final entre casa y la escuela deebemos situar en el mundo buena gente. Lo demás se os dará por añadidura.

Buena semana.

Las matemáticas de Rajoy

Los análisis postelectorales forman parte de la estrategia de gestión partidaria del presente. Sólo así cabe interpretar las conclusiones de Rajoy que, perdido el partido, echa la culpa al árbitro, el entorno y hasta el público.

Puestos a objetivar lo que se pueda, la realidad de los datos habla de una victoria incontestable del sí –casi un 75 por ciento-, una derrota de los partidarios del no -incapaces de animar incluso a la propia clientela - y una participación manifiestamente mejorable.

Dicen que el referéndum los carga el diablo. Lo que es cierto es que llevan la incertidumbre bajo el brazo aunque en este caso la propia dislexia del no haya servido para dar mayor estabilidad a la respuesta ciudadana.

Las señales de alarma en relación con la participación política van mucho más allá de esta consulta estatutaria en Catalunya y harán bien los partidos en analizar con serenidad bajo aritméticas no electorales las debilidades del funcionamiento de la democracia. Sin duda, no puede celebrarse que la mitad de los ciudadanos hayan preferido militar en el hartazgo o simplemente irse a la playa. Ahora bien, menos de treinta por ciento de participación en la consulta gallega no le provocó a Rajoy grandes condenas a perpetuidad a los dirigentes del momento y, a pesar de ese déficit inicial la autonomía gallega ha resultado un éxito para el desarrollo de esa nacionalidad.

Si aplicamos los números de Rajoy –dos de tres catalanes no han apoyado el Estatut- sólo 4 de cada 100 catalanes han seguido las directrices del PP. Si los partidarios del si han conseguido cinco puntos porcentuales más que lo recibido por la suma de los partidos en las últimas elecciones autonómicas, el frente del no ha perdido 8 puntos.

La calculadora de Rajoy le da que el PP ha ganado. No sé cómo pero quien se halla en las antípodas de lo que piensa la mayoría de catalanes, se ha declarado unilateralmente vencedor y pide una segunda vuelta de rectificación cuando el pueblo ya ha hablado.

La ayuda de Camps que, por fin, se atrevió a cruzar el Ebro, no fue suficiente.

El maldito Carod aceptó la derrota e inició un cierto viaje a la autocrítica. A ver si ahora resulta que el icono demoníaco de los populares resulta más sensato que sus encendidos detractores.

Por lo demás, bien. El país amaneció el lunes tan roto como siempre después de un fin de semana, esta vez con la esperanza del inicio veraniego en el que seguro pasará a la historia la moda del estatut. Pero no se alegren, los vendedores de hecatombes patrias garantizan un estío caliente donde cantarán ese abrazo tan patrimonial de la nación que de tanto exhibir su querencia casi ahogan.

Corrupción y responsabilidades políticas

El hedor de la corrupción ha invadido los titulares de los medios de comunicación estos últimos días y el efecto Marbella desgraciadamente no nos suena a desconocido.

De los pecados capitales de la política, el peor, sin duda, es la corrupción. Aprovechar una posición de poder para enriquecerse no es sólo un delito grave contra la sociedad, es una indignidad que hiere la confianza de los ciudadanos en la democracia.

La política debe defenderse, debe poner la suficiente distancia y debe establecer garantías para evitar el daño colateral más grave que acontece cuando se generaliza y la sospecha se universaliza urbi et orbe.

El estado de derecho funciona cuando los controles actúan adecuadamente y la justicia impone el respeto a las reglas del juego con el velo sobre los ojos, sin miradas especiales.

Pero para la represión de la corrupción en la política no sólo existe el espacio judicial.

Los políticos en quienes los ciudadanos han depositado su confianza para gestionar los recursos comunes y para representarles en las instituciones tienen más responsabilidades que depurar.

Mimetizar responsabilidades judiciales y políticas es una coartada defensiva en las más de las ocasiones pero no obedece en ningún caso al buen gobierno exigido en cualquier democracia de nuestro entorno.

Porque –por ejemplo- no pagar a Hacienda podrá ser un delito si la cifra supera los 25 millones de antes sin declarar pero es un hecho grave que implica el cese inmediato del cargo público. Eso, sí, en cualquier país…no por aquí.

Porque –por ejemplo- mediar para conseguir beneficios de una empresa de la que se es dueño, podrá ser en un proceso judicial delito de tráfico de influencias, pero en términos políticos, es de manual la exigencia de responsabilidades políticas.

Porque –por ejemplo- si un político no es capaz de explicar coherentemente de donde han salido 50 millones escondidos en casa en un registro, o el cobro de 100 millones en un año cuando se está full-time dedicado a los asuntos públicos, podrá tener su respuesta judicial, pero descubierto el pastel, el político de turno no merece representar a nadie.

Judicialmente el ciudadano-político tiene garantizada por la Constitución la presunción de inocencia pero sus deberes con la sociedad le exigen un comportamiento ético y la transparencia es una obligación inexcusable.

No hay ninguna acción terapeútica más eficaz que la asunción de responsabilidades políticas cuando se produce la evidencia de una desviación en el uso del poder.

El político que cobardemente se refugia en recursos como la prescripción, le instiga un nuevo daño a la política porque se sirve de ella para defenderse como ciudadano infractor.

Si la indignidad del político no lo hace posible, su partido debe hacerlo porque ningún partido democrático puede contemplarse desde la sospecha.

De no actuar sólo queda el título de aquella canción que tan bien interpretaba la inolvidable Rocío Dúrcal, Sombras nada más.

Un dilluns de Magdalena

Avui, dilluns de Magdalena, comentar l’actualitat política és un exercici tan excèntric com aquell lladre que enmig d’un robatori a un banc es preocupava per portar-li aigüa del Carmen a una client embarassada.

Allò que no pot ser, no potser i ademés és imposible.

Més a més la llunyania en estos moments sempre comporta nostalgia. Almenys a mi ara, avui un dilluns de Magdalena, enmig de la fredor humida de Brusel·les on el gris invadeix l’espai i l’ánima.

Esta ciutat, Brusel·les, és la cara de la Europa política. I no sé si ha estat ella mateix irradiant els seus grisos o la burocràcia que imposa carácter, la culpable d’eixa llunyania que els europeus tenim cap a Europa.

Castelló ha estat sempre Europa. I ara mòn perquè eixir a vendre ha estat un símptoma de vitalitat que ha fet creíxer i creíxer una terra moderna i arrelada, perquè el Castelló liberal aunque alguns governants s’empenyen en tapar-lo, ha mirat endavant fixant els ulls en aquells valors que sominavem quan érem una trista excepció, perquè la globalització no és un gegant per enderrocar en quimèriques batalles sinò una oportunitat per aconseguir un mòn més just, més solidari, més obert.

Cada pas darrere en Europa sòn passes darrere per nosaltres. Resulta paradoxal que unes economies tan potents siguen ara tan impotents per generar seguretat i optimisme. És incomprensible que les incerteses ocupen tan d’espai a esta Europa sense liderat, agarrotada, plena de pors.

Tanmateix Europa és el nostre futur, el de Castelló, el del mòn.

Europa és la referència d’uns principis contradictoris de vegades, inacabats, altres, però sentiments que enalteixen la humanitat. La democràcia, el model social, la pau. Fites que de vegades ens semblen quotidanament avorrides i que a massa gent malauradament li han costat la vida.

Dic açó en l’aniversari d’un referéndum que ja ningú recorda on els espanyols vam dir que sí, que Europa valia la pena. Servisca d’homenatge als 20 anys de l’adhesió d’Espanya a la Comunitat Europea. Un fet tant relevant que res entre nosaltres seria compresible sense l’impuls moderntizador de la integració.

Espero, des de la distància, que estos dies siguen de treva en eixa guerra de la desqualificació que cada dia posa més troç entre la política i la societat en eixa falsa dicotomía que només construeix frustració.

La política és l’instrument civilitzat per conviure, per millorar, per alcanzar noves fronteras. La política esta sotmesa a les mateixes regles de l’univers que l’envolta. Ni millor, ni pitjor però cal exigir als polítics que lliurement accedeixen a representar un país o una ciutat almenys un comportament étic. Estos dies tenim massa exemples poc exemplars però d’això en parlarem un altre dia.

Avui, dilluns de Magdalena, la festa omple els carrers de Castelló i la ciutat viva, reviu allò que la identifica.

El primer i darrer ADN, però, és allò que hi ha al cor de la bona gent que disfruta i conviu enaltint l’amistat.

Bones festes i benvinguda primavera europea.

EL VALOR DE LA CONVIVENCIA

Esta semana el Senado aprobará definitivamente la reforma del Estatuto valenciano producto del consenso entre el PP y el partido socialista. Resulta esperanzador en tiempo de profundos desencuentros un acuerdo para desarrollar y profundizar el autogobierno de los valencianos. Lo mejor del estatuto es la voluntad de convivencia sin exclusiones, la culminación de la equiparación como nacionalidad histórica y la apuesta social.

En su paso por el Congreso de los Diputados el PSPV consiguió sacar del texto la barrera de acceso a las Cortes que queda sujeta a la ley electoral que necesariamente deberá ser pactada en los próximos meses.

En términos democráticos, sin duda, sería deseable que las Cortes reflejaran toda la pluralidad que existe en este país y no se dejara sin representación a más de 100.000 valencianos. No se puede entender la cerrazón del partido popular en esta cuestión más allá de una apreciación sólo anclada en intereses partidistas y también en la concepción actual de la dirección nacional de los conservadores que confían sólo y exclusivamente en mayorías absolutas para gobernar.

La pluralidad es un valor inalienable de la vida democrática. No es ni un mal necesario ni un freno a la eficacia. Sociedades complejas exigen respuestas que atiendan la complejidad y los parlamentos representativos aumentan su calidad siendo un espejo más fiel de la realidad.

El partido socialista ha planteado en todo momento del proceso negociador esta cuestión pero la mayoría absoluta del PP en esta Comunitat lo ha impedido. Sería muy deseable una rectificación del PP en la ley electoral pero no caben demasiados datos que avalen este cambio racional y positivo para la ciudadanía.

En cualquier caso, este déficit no puede significar una descalificación global del nuevo estatuto que aporta más autogobierno para los valencianos y más capacidad para mejorar esta sociedad.

Sin embargo, el desarrollo del estatuto dependerá de quien gobierne y, por tanto, de quien marque las prioridades. Ésa es la regla de cualquier norma constitucional que ha de garantizar la alternancia y debe permitir distintas visiones en un mismo espacio institucional.

En mi opinión sólo un gobierno progresista de la Generalitat exprimirá todas las capacidades de autogobierno y sobre todo pondrá en marcha la ambiciosa agenda social del estatuto.

La oposición aquí ha demostrado que es capaz de poner por delante los intereses generales de los valencianos en detrimento de una posición exclusivamente partidaria. Precisamente una actitud diametralmente opuesta a la que mantiene la oposición en el parlamento español regocijada en la trinchera de la descalificación y reacia a cualquier acuerdo beneficioso para España.

La máxima expresión de ese guión, la interpreta el diputado por Valencia Martínez Pujalte, un señor que expone su amplio recetario de insultos cada sesión plenaria y que esta semana superándose a sí mismo interrumpió al presidente de gobierno mandándole a acompañar a su abuelo.

El abuelo del presidente fue un militar de la República española asesinado en aquellos terribles y desgraciados días.

Produce vergüenza y tristeza esa representación popular de Valencia.

El valor de la convivencia, a pesar del diputado Martínez Pujalte, debe presidir nuestra hoja de ruta y las cesiones en su nombre son síntoma de fortaleza. La debilidad es el insulto.

Opinión en Onda Cero

Hay semanas que uno se levanta entre dudas y certezas, sumido en la pulsión siempre viva entre la esperanza y la desesperanza, añorando un debate más sosegado, menos demagógico, más inteligente.

Me sume en la perplejidad que un país situado en estos momentos en unos niveles de crecimiento envidiables, con las mejores cifras de empleo de décadas, se detenga en un exceso de radicalidad tan lejana a la vida cotidiana de esta sociedad moderna, democrática y tranquila.

Más allá de los errores o aciertos del gobierno, la oposición que está desarrollando el PP desde el inicio de la legislatura ha generalizado un escenario de lucha sin cuartel. No hay el más mínimo espacio de oxígeno para el consenso en ningún estadio ni siquiera en aquellas cuestiones de estado que merecerían más de una pensada antes de lanzarse a la lucha final. Si la supuesta ruptura de la familia llevó a los obispos a la calles del brazo de la derecha política, la cuestión territorial entorno al estatuto catalán y el desencuentro antiterrorista han elevado la temperatura de la crispación mucho más allá de lo razonable.

El azuzamiento de las bajas pasiones anticatalanistas encuentra, sin duda, grandes adhesiones en regiones determinadas y también respuestas en sectores nacionalistas catalanes. Las políticas del segundo mandato de Aznar y la estrategia del partido de Rajoy hoy, están llevando en andas al independentismo catalán. Nadie nunca les dio tanta notoriedad, nadie les propinó más argumentos. Algún día, más pronto que tarde, algún nuevo dirigente de los conservadores dará cuenta del grave error que significa despertar los viejos demonios y satanizar urbi et orbe a los discrepantes del pensamiento único.

Pero la gota que ha colmado el vaso, han sido las insidias sobre la actitud del presidente del gobierno en la superación del fenómeno terrorista.

Estos días pasados recordaba la vigencia del discurso opositor de Aznar en los años 90 cuando le espetó sin desdibujar su eterno gris rictus, al entonces ministro Corcuera que no había ningún tema de excepción en la labor opositora. “Cuando digo que todo es objeto de oposición, digo todo”. Suenan tan actuales las palabras de Aznar que nadie diría que se ha marchado ni, incluso, que fue presidente del gobierno durante ocho años.

Rajoy ha sido más Aznar que nunca y eso, en mi modesta opinión, es una mala noticia para España.

Opinión en Onda Cero

Hay semanas que uno se levanta entre dudas y certezas, sumido en la pulsión siempre viva entre la esperanza y la desesperanza, añorando un debate más sosegado, menos demagógico, más inteligente.

Me sume en la perplejidad que un país situado en estos momentos en unos niveles de crecimiento envidiables, con las mejores cifras de empleo de décadas, se detenga en un exceso de radicalidad tan lejana a la vida cotidiana de esta sociedad moderna, democrática y tranquila.

Más allá de los errores o aciertos del gobierno, la oposición que está desarrollando el PP desde el inicio de la legislatura ha generalizado un escenario de lucha sin cuartel. No hay el más mínimo espacio de oxígeno para el consenso en ningún estadio ni siquiera en aquellas cuestiones de estado que merecerían más de una pensada antes de lanzarse a la lucha final. Si la supuesta ruptura de la familia llevó a los obispos a la calles del brazo de la derecha política, la cuestión territorial entorno al estatuto catalán y el desencuentro antiterrorista han elevado la temperatura de la crispación mucho más allá de lo razonable.

El azuzamiento de las bajas pasiones anticatalanistas encuentra, sin duda, grandes adhesiones en regiones determinadas y también respuestas en sectores nacionalistas catalanes. Las políticas del segundo mandato de Aznar y la estrategia del partido de Rajoy hoy, están llevando en andas al independentismo catalán. Nadie nunca les dio tanta notoriedad, nadie les propinó más argumentos. Algún día, más pronto que tarde, algún nuevo dirigente de los conservadores dará cuenta del grave error que significa despertar los viejos demonios y satanizar urbi et orbe a los discrepantes del pensamiento único.

Pero la gota que ha colmado el vaso, han sido las insidias sobre la actitud del presidente del gobierno en la superación del fenómeno terrorista.

Estos días pasados recordaba la vigencia del discurso opositor de Aznar en los años 90 cuando le espetó sin desdibujar su eterno gris rictus, al entonces ministro Corcuera que no había ningún tema de excepción en la labor opositora. “Cuando digo que todo es objeto de oposición, digo todo”. Suenan tan actuales las palabras de Aznar que nadie diría que se ha marchado ni, incluso, que fue presidente del gobierno durante ocho años.

Rajoy ha sido más Aznar que nunca y eso, en mi modesta opinión, es una mala noticia para España.

LA UJI, LA GRAN PROPOSTA MODERNITZADORA DE CASTELLÓ

Quinze anys desprès moltes de les incerteses i, fins i tot les previsions més optimistes han estat superades per la realitat d’un projecte universitari potent a Castelló. La Universitat Jaume I durant aquest temps ha passat de ser una il·lusió colectiva a esdevindre una institució consolidada on els seus problemas no sòn altres que els compartits amb el sistema universitari.

L’éxit de la Jaume I resisteix qualsevol anàlisi científic. Nombre d’estudiants, desenvolupament de les especialitats, qualitat dels estudis i infraestructures modernes al servei d’una societat que ha cregut en la seua universitat.

Quan alguns observem atònits l’anunci d’una nova universitat per part del govern valencià amb seu a Castelló, val la pena recordar l’esperit de consens que va envoltar el naiximent de la universitat de Castelló. Diàleg institucional i compromís social crearen un entorn del tot favorable a la inicitiva del Consell en aquell moment històric on moltes persones colze a colze van contribuir decisivament posant per damunt una visió general a miops visions partidàries.

La política es va reivindicar en la millor cara amb l’aprovació unànim a les Corts Valencianes de la llei de creació impulsada pel govern de Joan Lerma que desprès va trobar en el seu desenvolupament adequat per part dels universitaris, la legitimació definitiva.

Els distints rectors i els seus equips han tingut una especial cura d’acostar la institució a la ciutat i a les comarques castellonenques amb un procès de descentralització i presència que a ben segur continuará i s’intensificará en el futur. Eixe és un tret molt especial d’una universitat jove que ha madurat molt rapidament i que ha sabut interpretar el paper que li correspòn en una societat que necesitava prioritzar la formació i la recerca com l’aposta modernitzadora. Massa vegades hem constatat una excesiva ralentització d’allò públic entre nosaltres. Meninfotisme en un espai d’esforç i treball individual amb la desconfiança heredada del franquisme que respresentà un estat del que només calia esperar represió i mai no recolzament a la iniciativa social o, fins i tot, la privada, han estat arguments sovint presents.

La UJI ha estat el referent de la consolidació democràtica a Castelló. És cert que sòn moltes les infraestructures i transformacions des de 1979 cap, però, tan simbòlica i tan orientada al nou segle amb les seues ambicions i necessitats. Una etapa obrint portes i cercant nous horitzons que ara, instalats en la societat del coneiximent, veem com la frontera que hem d’alcançar. El capital humà ben format garantirá la competitivitat i la millora de la productivitat que, és, sense dubte, el repte de la nostra economia quan altres aventatges del passat han esdevingut ara factors de competència favorables altres indrets menys desenvolupats.

Tanmateix, consolidada la UJI, el futur no serà l’autocomplaença. Els reptes de les universitats sòn múltiples, la competencia extraordinària, l’adequació al nou paper del postgrau, la nova llei i el finançament, com sempre prova irrefutable de qualsevol teoria.

No será fácil. Confiem en la comunitat universitària i en la seua indestriable comunió amb la societat per aconseguir la segona consolidació de la UJI. Ara bé, la Generalitat que fou el motor de la creació de la UJI no pot situar-se com un fre o, encara pitjor, com un entrebanc. Torna a ser hora de resposabilitat i, si es vol de patrotisme, perquè la universitat de Castelló des de l’autonomia que li garanteix la Constitució puga desenvolupar-se i jugar el paper que li correspon en un mòn on la formació de les persones és l’unica garantia del benestar i del sistema de valors que hem decidit compartir.